Desayuno con Pézerolles

Durante los actos de celebración del décimo aniversario de la distribuidora Cuvee3000, que tuvieron lugar en Barcelona, se realizó una cata paralela al evento oficial VitisVinifera dónde Juan Valencia, alma y propietario de esta empresa, nos presentó la nueva referencia en su, ya de por si, extensa cartera de bodegas. Los vinos de los de Montille ya tenían cierta implantación comercial en Barcelona, de la mano de Decanter Vins, pero parece ser que Etienne ha decidido dinamizar más su relación comercial con España, y por ello ha iniciado esta nueva andadura comercial.

Este pequeño domaine, con una historia enraizada en la aristocrática familia De Montille, inició su andadura en el siglo XIX, viviendo etapas de altibajos y cuyo rumbo cambió definitivamente con la figura, ya casi mediática, de Hubert de Montille, quién recogió las riendas del negocio familiar en 1951 y expandió su cartera de viñedos hasta las 7,85 hectáreas. A partir del año 2005, tras el repartimiento de las viñas de Domaine Thomas-Moillard, entre la familia Seysses (Domaine Dujac) y los De Montille, la propiedad ha alcanzado las 15 hectáreas de viñedos propios, adquiriendo parcelas de pagos tan afamados como Corton-Clos du Roi, Clos Vougeot o Malconsorts en Vosne, entre otros. A parte de la bodega familiar, existe también la línea de negociant que explotan bajo la marca Deux Montille Soeur et Frère.

Indudablemente existía un estilo propio para los vinos de Hubert, no precisamente fáciles en juventud, muy alejados de la visión del carácter epatante y directo de la escuela moderna, y si más en sintonía con la busqueda de la expresión del terroir a través de la evolución en botella. Su vinificación, con fermentaciones a una elevada temperatura, sin despalillar enteramente el racimo, empleando largas maceraciones en tinas de roble abiertas y un uso prudente del roble nuevo (entre el 20 y el 30 % en las añadas más maduras), beneficiándose de un proceso de crianza entorno a los 22 meses, permitían obtener unos de los Volnay y Pommard con mayor reflejo de la tradición borgoñona.

Pero tras la jubilación del emblemático Hubert, sus hijos Etienne y Alix asumieron el control y quisieron aportar su propia visión de cómo deberían reflejar sus origenes los vinos que elaboraban. No se trataba de una ruptura total con la filosofía de su padre, pero sin duda daban un giro a la idosincracia del domaine, viéndose reflejado en la menor utilización de los raspones en la maceración pelicular y dando un periodo de crianza en pièce inferior, entorno a los 18 meses. El propio Etienne nos confirmaba que su anhelo no era realizar vinos del agrado de Robert Parker, pero tampoco buscaban agradar a su padre, sino más bien realizar un vino que reflejara su filosofía.

Para ilustrarnos, se realizó una vertical de este 1er cru de Pommard, comentada por el propio Etienne de Montille, y traducida por Javier Zacagnini, dónde probamos 6 añadas provenientes de una parcela de algo más de una hectárea de viñedo situada al norte del núcleo urbano, en la parte central de la Côte de Beaune. Y estas fueron las conclusiones que extraje:

Pommard 1er cru Les Pézerolles 2005:

Un año seco, pero no excesivamente cálido, fue la tarjeta de presentación para esa vendimia, que trajo consigo una fruta madura y con un estado sanitario satisfactorio. Siendo este vino una muestra de barrica, las sensaciones que ofrecía no reflejaba la buena fama de la vendimia. Parco en aromas, no parecía haberle sentado bien el viaje.

Pommard 1er cru Les Pézerolles 2004:

El propio Etienne comentaba el duro trabajo de selección de fruta, tanto por problemas con el oídio, como por las granizadas caídas durante el final del verano, que afectaron sobremanera a la zona de Volnay, de dónde la bodega vinifica los pagos de Taillepieds, Champans y Mitans. Pese a tratarse de una vendimia simplemente correcta para los tintos de la Côte de Beaune me pareció un muy buen trabajo, tanto en el viñedo como en bodega, y el vino logrado mostraba una gran intensidad nasal, bien definida (ya), con armonía y elegancia imponiéndose a la concentración y con una estructura tánica bien cerrada. Con frescura y persistencia.

Pommard 1er cru Les Pézerolles 2003:

La canícula de ese caluroso verano precipitó los acontecimientos. Tras determinar el potencial de madurez fenólica de la uva se decidió adelantar la vendimia al 22 de agosto, casi un mes antes de lo que solía ser habitual. Con la fruta en un punto de maduración altísimo, con los azúcares disparados, hizo decidirse a Etienne a vinificar la uva sin despalillar, macerándola entre 4 y 5 semanas, dándole una crianza en roble nuevo sólo del 20%. Tras la explicación de las circunstancias que rodearon la vendimia volvió a surgir el debate que comporta la cosecha del 2003. Algunos se empeñan en decir que fue una gran añada, otros lo matizan en que fue una añada excepcional (por las circunstancias) pero desequilibrada de base, pero mi conclusión, sobretodo ante el vino catado, es que no se veía el reflejo de un Pommard.

Pommard 1er cru Les Pézerolles 2002:

Tras un año fresco, el septiembre soleado y seco trajo consigo unas condiciones de fruta perfectas, tanto a nivel de madurez como de estado sanitario, por lo que la materia prima se encontraba preparada para ser magistralmente interpretada. Etienne volvió a reducir el uso del raspón en la maceración y gracias a las frescas condiciones de la bodega los vinos no realizaron la fermentación maloláctica hasta octubre. Pese a que la bodega no suele emplear la chaptalización en demasía, según las circunstancias de la vendimia, cada año hay un mínimo porcentaje de aportación de azúcar al mosto. Pues bien, las condiciones de la añada permitieron no realizarla en ninguno de sus vinos. Seguramente tras el 1999, el vino más completo, deliciosamente fragante, seguramente con una menor estructura, pero con una mayor pureza. Gran Pommard.

Pommard 1er cru Les Pézerolles 2001:

La eterna pregunta, ¿fue una gran añada? Para Etienne volvió a ser una cosecha plena de dificultades, de carácter fría y lluviosa, dónde volvieron a asomar los problemas con el granizo, y se hizo necesario un gran trabajo de selección en el viñedo. Decidieron emplear un prensado más suave de lo habitual y a la vez, acortar la maceración de la uva dos días menos. Tras estas medidas empleadas para intentar equilibrar la concentración del mosto, se prefirió no utilizar vino de prensa para no incurrir en desequilibrios con la mezcla final. El vino muestra muy buenas sensaciones, sobretodo de carácter mineral, pero para mi gusto está por debajo del 2002 y 1999, incluso me atrevería a ponerlo por debajo del 2004.

Pommard 1er cru Les Pézerolles 1999:

Ante una añada con tan buen nivel de madurez, Etienne decidió emplear un porcentaje superior de roble nuevo, no excesivo, utilizando el menor número de bazuqueos posibles. El vino se mostraba intenso, pleno, complejo y denotando unos buenos años de evolución por delante. Si se compara con los primeros vinos se ve perfectamente una evolución en el estilo de la bodega, pese a la disparidad de las condiciones de cada vendimia. Y es que, pese a que Etienne ya tuviese el control de la bodega, sus primeros pasos se mostraban plenamente tutelados por su padre y año tras año, vemos el reflejo el carácter del hijo en sus vinos.

Maximin Grünhäuser Abtsberg Riesling Auslese 1993

Hace unos meses, tras relataros un breve encuentro con este productor alemán, el componente más divo de los amigos de ETB, también conocido como SilverPink, confirmaba la llegada al mercado español de este afamado elaborador de la ribera ruwersiana, de la mano gerundense de la importadora Vins Alemanys. Las circunstancias de la vida hicieron que me perdiera el acto de presentación de la añada 2005, pero gracias a la laboriosa labor del amigo Calamar, tuvimos unas exhaustivas crónicas de lo allí acontecido. Pues bien, un buen amigo me convenció de lo adecuado de abrir unos cuantos vinos maduros de la zona, y decidimos empezar por esta pequeña maravilla.



La larga historia de producción de esta bodega se ve puntualmente reflejada en este vino, procedente del pago del Abad (Abtsberg), la mejor parcela de la ya mentada anteriormente colina de Maximin Grünhaus, centrada en la sección de ladera con mayor inclinación, formada por 14 hectáreas de riesling, que se nutren de suelos de pizarra azul, creados durante el período devoniano. Parte de la fruta de este Auslese estaba afectada por la botrytis cinerea, ya que se trataba de una vendimia tardía, lo que le confiere un mayor nivel de azúcar residual.
El proceso de vinificación, utilizando la tradicional crianza en ancianos toneles de gran tamaño, es controlado por Alfons Heinrich, enólogo y mano derecha de Carl-Ferdinand von Schubert, propietario de la bodega y en este caso, no se trata de una selección especial de tonel. Si así fuese se indicaría junto al nivel cualitativo del vino, en este caso Auslese.
Pero, dejémonos de etiquetas y charlemos del vino. Mi anfitrión se decidió por una fuerte aireación previa, muy adecuada en estos casos y jarreo la botella unas 7 horas antes del momento de consumo, por lo que me encontré con un vino abierto, maduro y puro. En visual, se mostraba vivamente dorado, con irisaciones levemente cobrizas. Movimiento denso y oleoso. En la nariz de gran pureza, las mieles y los hidrocarburos explotan con gran intensidad, dejando una gran complejidad, plenamente enriquecida por las notas florales, champiñones y ese maravilloso fondo mineral. En boca presenta un muy buen balance entre el dulzor y la acidez, aunque parece mostrar maneras de gran longevidad, ya que la estructura se muestra intacta. Prolongado y delicioso final, se trata de un riesling de gran factura, para beber y beber, 93 PF.

Saumur Blanc Brézé 1999 de Clos Rougeard

Los hermanos Foucault, conocidos por sus tintos a base de Cabernet Franc, son los encargados de interpretar esta Chenín Blanc de una forma un tanto diferente; pero antes de hablar de Brézé una breve introducción al domaine y su filosofía. Ante la disyuntiva del vino como proceso industrial o creación artesanal, Bernard ("Nady") y Jean-Louis ("Charly") Foucault se sitúan claramente en la línea artesana de producción, ya que consideran que es el vehículo apropiado para lograr la expresión del terroir que transmiten cada uno de sus vinos. Por ello intentan contener la producción, con un exhaustivo control de rendimientos y no superar las 20000 botellas por añada.

Localizada en la comuna de Chacé, la pequeña bodega posee 10 hectáreas, mayoritariamente jaspeadas por la Cabernet, de dónde salen vinos con derecho a la apelación geográfica Saumur-Champigny (Loira), con una pequeña parcela de una hectárea de Chenín, en Brézé. Laderas de ligeras pendientes de suelos ricamente nutridos por los substratos calcáreos conforman uno de los pagos más interesantes de Loira, con orientación sur y gran drenaje, son cultivadas de forma orgánica desde hace treinta años.

Su filosofía se acerca al modelo borgoñón de crus, vinificando cada uno de sus pagos de forma individual. Clos Rougeard básico, Poyeux y Clos du Bourg dan nombre a sus tintos y Bréze al blanco. Cuando las condiciones de la añada lo permiten, como en 1997, elaboran un delicioso vino dulce, con derecho a la AOC “Coteaux de Saumur”, presentando entorno a los 200 gramos de azúcar residual, deliciosamente equilibrada por la acidez. Los Foucault son partidarios de un proceso de crianza mediante el uso de barricas de roble procedentes de Allier, particularmente del bosque de Tronçais, tanto para sus tintos, como para su Brézé blanc, lo que le confiere un carácter propio, ya que no sé suele estilar mucho la vinificación de la Chenín con el paso por la madera, pero estamos ante una deliciosa excepción.

A describir se ha dicho. Visual muy subida, de precioso dorado, que sujiere abstenerse a aquellos que crean que un blanco no puede presentar frescura por el sólo hecho que no se describa con tonos pajizos o alimonados. En nariz, tras unos años de guarda, parece mantener ese carácter camaleónico que siempre me maravilla, con constantes variaciones según transcurre el tiempo de aireación (muy recomendable jarrear, aunque dejando la botella abierta durante un prolongado espacio de tiempo, observareis la evolución). Inicialmente se percibe los aromas de la crianza, con el grano de trigo y ligeros aromas de heno seco asomándose, que dan paso a una mineralidad caliza armoniosa. Tras unas trazas de citronela y pipas de girasol, se presenta fresca la fruta, tanto en forma de albaricoque como de pera, dejando un final ligeramente anisado. Nariz de gran intensidad, nítida y evolutiva, con muy buena complejidad. En boca se sigue mostrando fresco, con densidad, pero con esa acidez que siempre me gusta describir como edificante. Prolongado en el final, se trata de un Saumur Blanc de gran carácter, propio y diferente, 93 PF.

¿Dónde encontrarlo? Mis botellas del 1999 salieron de Lavinia, por 24 euros, pero dudo que aún les queden, por lo que si queréis encontrar botellas de este productor escribid a AlmaVinosÚnicos, que son sus importadores en España.

Laurel 2003 de Clos i Terrases

Si mentamos Clos i Terrases seguramente no acabemos por acertar de qué bodega estamos hablando, pero si mentamos Clos Erasmus, la cosa se clarifica sustanciosamente. Daphne Glorian, la menos conocida de los integrantes de la primera ola de los impulsores de la revolución prioratina de finales de los 80, ha vuelto a saltar al candelero tras la primera valoración presentada por Jay Miller, bajo el sello editorial de The Wine Advocate, y cuyo Clos Erasmus 2004 logra la máxima valoración numérica. Ya estuvo apunto de colocar sus 1994 y 1998 muy cerca de la “perfección”, pero “sólo” logró obtener 99 puntos...

Pero dejemos de hablar de la crítica y centrémonos en lo verdaderamente importante, el vino. Laurel es la segunda cuvée de la bodega y procede de las mismas viñas de las que procede la fruta del Clos Erasmus. Plantas relativamente jóvenes (no más de 18 años), que conforman las 7 hectáreas de la propiedad organizadas en terrazas ricas en suelos de llicorella (roca pizarrosa degradada), repartidas en tres parcelas (Escales, Socarrats y Aubagades) dónde la Garnacha, la Cabernet Sauvignon y la Syrah conviven.

Se trata de un ensamblaje formado por las barricas desestimadas para su hermano mayor y de las parcelas de cepas más jóvenes. Su vinificación, se realiza en la antigua bodega de Álvaro Palacios en Gratallops, dónde se trasladó la producción a partir del año 2000. Crianza en barricas de roble francés de primer y segundo año, durante un periodo de 15 meses aproximadamente.

En cata presenta esa fuerza visual, con un cubierto rojo picota, de capa altísima y con una lágrima lenta y densa. Es curioso, tras acercártelo a la nariz, viene a la mente ese famoso eslogan de la potencia sin control no sirve de nada, y aquí muestra helvética precisión, reflejada en una potente y concentrada fruta negra, pero equilibrada a la vez, con los torrefactos bien medidos, ligeros mentolados y con un fondo pizarroso-férrico muy hermoso. En boca muestra esa juventud tánica aún por ajustar, secante y astringente, pero con una textura densa, pero no pesada. Estructura y cuerpo, que no es poco. Retronasal dónde se percibe la fruta en un punto de maduración en el límite. Agradable final, 91 PF. Actualmente recomiendo un buen jarreado, para que se abra, sobretodo en nariz.

Sinceramente, se trata de un muy interesante tinto, que parece mostrar un precio ajustado, si lo comparamos con el resto del panorama de la comarca (aproximadamente 18-20 euros en tienda). La cosa empieza a patinar si la comparación se realiza con sus vecinos del Languedoc, pero eso ya es harina de otro costal. Compré mi botella en el Celler Can Dani, pero me consta que Quim Vila también tiene botellas.

Mâcon-Pierreclos “Tri de Chavigne” 2002 de Guffens-Heynen

Pocos productores del Mâconnais son capaces de llegar a la precisión y refinamiento que consigue Jean-Marie Guffens, junto a su esposa Mainke Heynen, en este pequeño domaine borgoñón, de escasa producción (aproximadamente 17.000 botellas) y del que siento cierta admiración. Ya os hablé del carácter y la personalidad del propietario belga de la también interesante Verget en una entrada anterior.


Las tres hectáreas de Chardonnay que poseen en las comunas de Vergisson (de las parcelas de La Roche, Les Croux y Les Crays, pertenecientes geográficamente a Pouilly-Fuissé) y Chavigne (perteneciente a Mâcon-Pierreclos) fueron trabajadas por el matrimonio desde 1980, hasta que en 1990 crearon Verget. A partir de ese momento, Michel Potdevin secundó a Mainke en el cuidado de las viñas y finalmente, en 1999, Potdevin se encargó del control de la totalidad del viñedo, empleando un cultivo respetuoso con la vida orgánica del viñedo. El proceso de vinificación y crianza lo sigue llevando a cabo el propio Jean-Marie, asistido por Michel.

La viña de Chavigne tiene unas 2,5 hectáreas de viñedo, con una exposición sudoeste, una parte va para el “Tri de Chavigne”, la mejor, otras se emplea con la otra cuvée "Le Chavigne", selección realizada mediante la diferenciación de la fruta procedente de las vides con mayor edad (poseen algunas plantas de más de 80 años).

Tras la vendimia a mano, se realiza una mesa de selección y se traslada la uva a una arcaica prensa vertical, para realizar un rápido y suave prensado. El primer mosto, muy poco cargada en materia es sometido a un ligero desfangado, con el fin de preservar toda la materia orgánica. Tras ello se procede, mediante gravedad, a pasar el vino a barricas de roble para que realice las fermentaciones alcohólica y maloláctica, sobre sus lías, aplicando ligueros bâtonnages. Para finalizar, se realiza un liguero trasiego previo al embotellado.

Pero hablemos del vino. Se muestra con una visual dorada de evolución, con buena viscosidad y densidad en el movimiento. Aromáticamente muestra una muy buena intensidad, aparentando calidez, dónde predominan los aromas de fruta amarilla de hueso (albaricoque), muy madura, pero a la vez, se muestra con profundidad, dónde la mineralidad caliza, caracterizada por la tiza y el humo, se entrelaza con las refrescantes trazas cítricas de limón. En boca se muestra agradable, graso y denso, con un punto de equilibrio muy bien logrado. Las percepciones que se perciben por la retro es de más fruta amarilla de hueso y ligeras mieles. Buen nervio y prolongado postgusto finalizan una delineada muestra del quehacer borgoñón, 92 PF.

Actualmente se pueden encontrar unas pocas botellas de Guffens-Heynen en la Part dels Àngels, pero de la añada 2004. VilaViniteca tiene algunas botellas de 2002, pero bastante más subidas de precio. Esta botella me costó unos 36 euros, pero lógicamente, lo difícil no es pagar por ella (que también) sino, más bien, cruzarse con una botella por delante.

Son Negre 2001 de ÀN Negra Viticultors

Romántica historia la de estos chicos. Su aventura se inició en 1994 sin tener viñedo propio, con Francesc Grimalt como enólogo y buen conocedor del viñedo insular, Pere Ignaci Obrador, como encargado de las viñas y Miguel Ángel Cerdà, encargado de bodega. Este triunvirato no se entendería sin la importante labor comercial de Juan Luís Pérez de Eulate (La Vinoteca de Palma de Mallorca).

Algo que explica el funcionamiento atípico de esta bodega mallorquina es la distribución de sus viñedos, actualmente contando con 14 hectáreas de viñedo propio, pequeñas parcelas de vides cultivadas junto albaricoqueros y almendros, y cerca de 60 hectáreas en alquiler, repartidas en unas 150 parcelas por el municipio de Felanitx, donde predomina la Callet de viñas viejas y las minoritarias Mantonegro y Fogoneu, en pleno Plà mallorquín. La Callet es una variedad complicada, que precisa de un trabajo constante en viña, y se hace necesaria la selección de la uva en bodega, previo control de temperatura de la uva en cámara térmica, manualmente desgranado, seleccionando la mejor tercera parte de la uva. La fruta de este vino procede de las 4 parcelas más características de la zona de Son Negre, presentando una mayor concentración de albaricoqueros, en terrenos muy pobres.

La vinificación se inicia, dentro de las instalaciones situadas en la “Possessió”, propiedad de la familia Obrador en Felanitx, con la uva realizando la fermentación en tinas de roble de 3000 litros. Maceraciones largas y dándole una crianza se realiza en barricas nuevas de roble francés de grano fino. Esta etapa dura 17 meses. Los años que no se produzcan las condiciones adecuadas para realizar el Son Negre, la uva formará parte del ÀN.

En cata da una visual no muy subida, de capa media, presentando tonalidades de buena evolución, dados los rasgos de la variedad. Pasando a la nariz, es muestra perfumada y personal, con la fruta roja madura, sensaciones terrosas y notas de cacao amargo, con un delicioso fondo floral, redondeando la complejidad aromática del conjunto. La boca resalta la sensación de elegancia, con una textura satinada y dejando paso a una magnífica estructura. La muy buena acidez y la percepción de prolongado final parecen indicar una evolución muy positiva en el tiempo. Pese a que se trata de un vino caro (entorno a los 55-60 euros), se trata de una placentera y hedonística referencia, 93 PF.

La producción puede variar entre las 1.500 y 2.400 botellas, y sólo se ha comercializado en las añadas 1.998, 1.999 y 2.001. Esperando el 2004, comentar que un buen amigo me explicó que en una visita reciente a la bodega había probado el Son Negre 2005 y venía genial. Esperemos que se cumplan estos buenos augurios.

Viognier 2005 de Venta d'Aubert

Sí, sí, Teruel existe, eso ya hace tiempo que lo fuimos asimilando con una incesante cadena de pequeños mensajes en los medios, que finalmente se nos quedó en el subconsciente, pero ¿enológicamente existe? La respuesta está en Venta d’Aubert.

En plena comarca del Matarranya se sitúa esta pequeña explotación vinícola, fundada por Ruth Brandestini y su marido Hans Peter Mühlemann en 1988. 18 hectáreas de viñedos, plantados por este matrimonio suizo, situados entre Cretas y Valderrobres, dónde predominan las castas viognier, chardonnay, cabernet sauvignon, merlot, syrah, y algo de garnacha tinta y blanca, empleando espalderas, y con la influencia del mediterráneo atenuado por una mayor humedad ambiental producida por la sierra y la altitud de los viñedos, que confieren un carácter personal a sus vinos.

Aunque los primeros asesoramientos técnicos vinieron dados un poco por la casualidad, derivados de un encuentro fortuito con José Luís Pérez en el bar del pueblo, desde 1998 Stefan Dorst (conocido por su trabajo en la sudafricana Laibach y la alemana Weingut Friedrich Becker) cogió la consejería enológica de la firma. A partir del 2005, los también suizos, Michael Rudolf y Michèle Hörler se hicieron cargo de la gestión del negocio, manteniendo la parte técnica, llevada por Dorst.

Este blanco mediterráneo se muestra con una visual amarillo pajiza, con presencia de ligueras particulares en suspensión, indicio claro de carbónico jovial. Denso y voluminoso en el movimiento. De nariz, con intensidad media, muy equilibrada, sin estridencias, limpio, presentando aromas de albaricoque, membrillo, jazmín y ligueras trazas de almendras tostadas y especias, con un buen fondo calizo. La textura densa en boca, da paso a un paladar algo secante, que le confiere carácter. Estructura y acidez correcta. Buen final, no muy profundo, pero bien rubricado, 89 PF.

Su distribuidora es Cuvee3000, y aunque se puede comprar en su tienda de la calle Lepanto barcelonesa, mi botella salió del Celler de la Ribera gracienc y costó 8 euros.

Breves encuentros con Pascal Cotat

En la zona central del Loira se encuentra Sancerre, famosa por dar una de las mejores expresividades de terroir que produce la Sauvignon Blanc, juntamente con Pouilly-Fumé. En la cima de la pirámide cualitativa de esta región podríamos situar a Pascal Cotat y su primo François, elaboradores de los Sancerre más puro, delineado y longevos que he tenido el gusto de disfrutar.

Desde 1947 hasta principios de los años 90, la familia Cotat producía sus vinos, de pagos situados en escarpadas laderas conjuntamente, pero etiquetando bajo dos nombres diferente, Francis y Paul Cotat, que eran hermanos. Esta situación, por motivos legales no pudo perdurar tras la jubilación de los dos hermanos y por ello, sus respectivos hijos Pascal (hijo de Francis) y François (hijo de Paul) se repartieron los viñedos.

Pascal se quedó con 2,3 hectáreas, mayoritariamente de Sauvignon, con una pequeña parcela de Pinot Noir. Les Monts Damnés en Chavignol, con unos suelos ricos en tierras blancas (marmes kimméridgiennes) donde las vides fueron plantadas entre 1973 y 1974, y La Grande Côte, en Amigny, plantadas en 1953 en suelos más ricos en guijarros; componen los pagos vinificados individualmente por Pascal en las nuevas instalaciones que construyó dentro de la comuna de Sancerre. François trabaja actualmente una hectárea de La Grande Côte, de orientación sur, y 0.8 hectáreas de Les Monts-Damnés. A parte, produce Les Culs de Beaujeu, 1.7 hectáreas de viñas de 25 años en Chavignol, vinificándolo en la bodega familiar, localizada en el pueblo de Chavignol. Los dos primos tienen una concepción diferente en lo que se refiere a la madurez de la uva. Pascal suele vendimiar más tarde que François.

Los Cotat vinifican sus Sancerre con un estilo tradicional, fermentando sus vinos individualmente por pagos, empleando viejas barricas de roble, con sus paredes recubiertas de cristales de bitratos, generados por el uso continuado de las mismas. Se embotellan sin clarificar ni filtrar, lo que produce vinos con bastantes sustancias proteicas en suspensión.

Sancerre La Grande Côte 2004 de Pascal Cotat:

Visual algo más dorada de lo que cabe esperar, con alguna partículas en suspensión. Decantando por presentar ligera presencia de carbónico. Se muestra muy abierto, con una fruta bastante presente, entre pera y ceras, escondiéndose los aromas varietales, y un fondo refrescantemente herbáceo. Necesita mucha botella para ganar en complejidad. En boca es glicérico, con buen nervio, densidad media y algo salvaje aún. Buena persistencia. Si tenéis alguna botella de este productor, la paciencia es una virtud, 88 PF.

Botella formato 37,5 cl. comprada en l’Excellence por 18 euros.

Sancerre Les Monts Damnés 2000 de Pascal Cotat:

Muestra color amarillo pajizo, sin apenas evolución y también presenta materia en suspensión. Inicialmente en nariz se abre fragantemente herbáceo, con aromas muy similares al pimiento verde, y la lima rondando la hierba fresca. Ese carácter fresco y muy sauvignon se ve superado con la aireación, con lo que se percibe como aromas de pedernal, humo y toda la mineralidad caliza posible ¿Será la tipicidad de Les Monts Damnés? Quiero pensar que sí. Nariz muy evolutiva y compleja. En boca se muestra espléndidamente estructurado, con una textura ligeramente untuosa, intenso y persistente, se expresa como una boca seria, profunda y auténtica. ¡Qué gran Sancerre!, le auguro una larga vida, 93 PF.

Botella formato 75 cl. comprada en l’Excellence por 32 euros.

Desconozco si existe un importador que traiga algo del limitadísimo stock de la bodega, pero a parte de la tienda andorrana anteriormente mentada, se puede encontrar algún vino de Pascal Cotat en la tienda de Verema. Por cierto, no os extrañe que los vinos de François lleven también etiquetas muy similares a las de su primo, pero en alguna añada, sin distinción de pertenecer a la AOC Sancerre y descalificadas como vinos de mesa. Cosas de los corsés administrativos y el alto grado de azúcar residual.

Como abrir una botella antigua

El otro día, con motivo de una celebración decidí abrir una botella especial. De uno de mis productores favoritos de Volnay y por ampliación de toda la Borgoña, el Marquis d’Angerville, tenía guardada una botella de su mejor pago, el Clos des Ducs, eso si, de una añada menor, como fue la de 1988.

Tras descapsular la botella, me topé con el clásico recubrimiento, entre negrusco, verdoso y marronoso que se genera entre la parte exterior del tapón y la capsula. Pese a limpiarlo con esmero, el tapón permanecía oscuro y apestando a moho exageradamente, por lo que se hacía necesario intentar que ninguna partícula exterior del corcho tocara el vino.

Para estos casos, suelo utilizar un sacacorchos de láminas, un utensilio práctico, barato y que es fácil de localizar, ya que se suele vender en muchas tiendas especializadas, incluido el Club del Gourmet del Corte Inglés. Su uso es sencillo, pero requiere una cierta práctica. Un consejo, utilizar botellas nuevas para ir practicando, pero que el vidrio con el que están hechas sea de buena calidad, ya que os podría pasar algo peor que contaminar el vino, y es que rascarais partículas sueltas de vidrio del cuello de la botella, conllevando un riesgo para la salud. Sólo me ha pasado una vez, pero más vale prevenir.

Lastimosamente, debía estar algo patoso y fue meter la parte más alargada del sacacorchos entre el tapón y el cuello de la botella y hundirse irremediablemente. Trágicamente, el Volnay, que parecía mostrar aún atisbos de vida, fue contaminado por un excesivo aroma de champiñones, que encima se mostraba físicamente en unas partículas flotantes, que ni filtradas dejaban de percibirse en el vino. Descanse en Paz.

Pues bien, googleando un poco, me topé el otro día con el blog de François Audouze, de L’Academie dus Vins Anciens, una gente con práctica en la obertura de botellas antiguas y pude ver como lo hacen ellos.

(edito, ya que el video ha sido trasladado aquí)

Y vosotros ¿tenéis algún método especial?

P.D. Otro día preguntaré por algún método definitivo para quitar lacres.

Dr. Loosen Bernkasteler Lay Riesling Kabinett 2005

Hay bodegas que se hacen querer y más si sacan vinos de consumo diario tan bien realizados como el Dr L, un riesling básico muy recomendable para iniciarse con los vinos de Mosela. Ernest Loosen (se supone que quien le tiene confianza le llama Ernie, pero no es el caso), ha sido encumbrado por la crítica internacional, al extremo de que la revista Decanter le nombró hombre del año en el 2005 por exportar la imagen de cualidad de la Riesling al resto del mundo.

La weingut Dr. Loosen posee una buena cartera de pagos, repartidos por 15 hectáreas de empinadas colinas entre los pueblos de Erden, Ürzig, Wehlen, entre otros del Mosela Medio. El pago de donde procede la Riesling para este vino se encuentra situado entre las instalaciones de la bodega y el pueblo de Bernkastel, lo que facilita las tareas de vendimia y permite a la bodega, además de elaborar este Kabinett, recoger las uvas congeladas para elaborar un Eiswein, cuando las condiciones climatológicas lo permiten.

Visualmente denso, con un color amarillo limón, con algún destello verdoso. Nariz de intensidad media-alta, algo monolítico, pero muy fresco y agradable, con aromas de limas y citronela y algo de hierba fresca. Está en un estado muy joven, pero va ganando profundidad con la aireación (En mi caso la botella permaneció abierta durante tres día, evolucionando ostensiblemente). En boca se muestra goloso, frutal, con el azúcar residual perceptible, pero con una acidez que permite que no se convierta en un trago empalagoso. Magnífica persistencia de reminiscencias a jazmín y las mismas sensaciones frutales que se percibían en nariz. Un Kabinett delicioso, que tiene una buena vida por delante. Puede ser un agradable acompañante para la comida japonesa. 90 PF.

Su importadora es la tienda pucelana de Pecados Originales, y este Kabinett, que por cierto lleva tapón Stelvin, cuesta entorno los 14 euros. También disponible en Barcelona en el Celler de Gelida y Lavinia.

Ridge Santa Cruz Mountains Cabernet Sauvignon 1997

Hace unos meses salto al ruedo mediático la reedición del juicio de París de 1976, sobre la confrontación entre vinos tintos de Burdeos y California, y del que nos informó el amigo Pisto en uno de sus posts. Particularmente no suelo darle más importancia de la que tiene a este tipo de acontecimientos, pero lo que si generó en mi fue un cierto interés de probar los vinos de Ridge Vineyards.

Esta bodega, creada en 1885 por el doctor Osea Perrone, cambió definitivamente de rumbo con la incorporación en el año 1969 de Paul Draper, que implantó una filosofía (nunca mejor dicho) de vinificación bordelesa e implementando la menor intervención posible en el proceso. Para mayor y mejor información sobre la bodega os recomiendo la lectura del interesante y completo reporte de Eduardo García, de bodegas Mauro, quién estuvo trabajando una temporada en la bodega californiana.


De las 33 parcelas de viñedos de que conforman los tres pagos de Monte Bello, en las montañas de Santa Cruz, se trabajan por separado, vendimiadas, fermentadas y criadas individualmente. Las mejores partidas se dedican a producir uno de los más afamados Cabernets de California, el Monte Bello y con el resto se produce este vino. Con la filosofía de la bodega, pese a tratarse de vinos altamente participados por Cabernet Sauvignon (en 1997 fue del 75%), el blend se completa con un porcentaje de Merlot y Cabernet Franc, y a partir de 1998 se eleva la proporción de Petit Verdot que participa en la mezcla final. La crianza se efectúa en barricas de roble americano, con un alto porcentaje de uso de roble de segundo año, y también nuevo, durante más de 16 meses. El embotellado se realizó en Agosto de 1999.

En cata muestra una visual de color picota oscura con liguero ribete anaranjado, buena viscosidad en el movimiento. Inicialmente, se presenta aromáticamente muy balsámico, con algunas notas de lácteos, pero el aire le permite abrirse, dejando aromas muy equilibrados y de gran intensidad, con aromas de licor de grosella, madera de cedro y una dulce sensación de cacao, con un final agradablemente ahumado. En boca muestra una muy buena tonicidad, de textura sedosa, bastante pulido. Un paso corpulento, pero sin dejar pesadez, gracias sobretodo a una muy buena acidez. Postgusto de ciruelas negras y tabaco, de prolongada persistencia. Un Cabernet Sauvignon muy bien trabajado, se puede comprar en tienda entorno los 35-40 euros. 92 PF.

Paco Berciano trae a España algunos de los vinos de Ridge, tanto de la bodega de Santa Cruz Mountain, como de los Zinfadeles de Lytton Springs, pero también se pueden encontrar algunas referencias en Lavinia y Vilaviniteca.

Irouléguy Rosé 2005 de Domaine Arretxea

La pequeña región de Irouléguy, situada en el sudoeste francés, en pleno Euskadi, siempre me ha generado siempre un cierto interés, ya que sus ácidos vinos blancos, mayoritariamente tocados por las Mansengs y la Courbus, suelen mostrar un carácter muy marcado y personal. De las casas a tener en cuenta Ilarria, Brana, Herri-Mina (la hectárea de Jean-Claude Berrouet) y por último, Domaine Arretxea, con su cuvée Hegoxuri.

De esta última bodega, propiedad de Therèse and Michel Riouspeyrous, me serviré de su rosado para hacer una breve introducción, con este post, a esta región. El domaine posee 6 hectáreas, en bellas laderas empinadas, mayoritariamente plantadas con Tannat en variedades tintas, con algo de Cabernet Sauvgnon y Franc, y Gran Manseng en blancas, de las que extrae una producción anual de 28000 botellas (según datos de la Bettane&Desseauve 2005). Pese a definirse como productores biológicos, se hace muy complicado encontrar información veraz en la red que nos explique cual a sido el método empleado para vinificar este rosado.

En cata muestra un precioso color rosa carmesí, brillante y limpio, de buena densidad en el movimiento. Aromas muy sobrios, sin estridencias, pero con un componente herbáceo muy refrescante. Se perciben aromas de media intensidad a sandía, hierbaluisa y menta. En boca, a ciegas podría pasar como un blanco, por estructura y textura, pero dejando un postgusto algo amargo, que le aporta carácter. Correcto rosado, diferente, pero algo subido de precio, 9 euros. 84 PF. En Barcelona podréis encontrar vinos de Irouléguy sobretodo en L’Excellence y Lavinia.

Trebbiano d'Abruzzo 2004 de Emidio Pepe

Procedente de los Abruzzos, una de las regiones italianas más desconocidas para el consumidor español, surge la figura de Emidio Pepe, un productor un tanto singular.

Al noroeste de la ciudad de Pescara, en la pequeña población de Torano Nuovo (Teramo) se sitúan las instalaciones de la Azienda Emilio Pepe, dónde se producen los vinos procedentes de las 7 hectáreas de viñedos de esta explotación familiar, empleando una viticultura orgánica, que les permite elaborar Montepulciano d’Abruzzo tinto y rosado, además del Trebbiano d’Abruzzo. Los viñedos se sitúan en una colina a 240 metros sobre el nivel del Adriático.

La vendimia se realiza a mano y en la entrada a bodega de la fruta, se procura que el prensado de la Trebbiano se realice con los pies en un depósito de madera, ya que se intenta evitar el contacto del mosto con el metal, traspasándolo a un tanque de fermentación de cemento, sin control de temperatura, ya que la bodega confía en las húmedas condiciones ambientales que se consigue en los calados de la bodega, combinadas con el tamaño de los tanques.

Tras la fermentación, el Trebbiano descansa durante 6 meses en los tanques, se embotella sin filtrar y se deja reposar en bodega. Cuando Emidio, o actualmente su hija Sofía, consideran que el vino esta en condiciones de ser comercializado, se realizaba un reembotellado manual, botella a botella y sin embudos. Dicho atípico proceso lo realiza Rosa Pepe, mujer de Emidio, decantando las botellas para poder separar los posos naturales de las botellas. (Al final del video de la vendimia, podréis ver a Rosa realizando la decantación).

En cata se muestra con una visual de color amarillo pajizo, algo turbio, presentando precipitación (se nota la carencia del filtreo). Nariz mostrando un carácter serio, cítrico, algo austero, pero con unos aromas que entremezclan la mineralizad con los almendrados y un fondo mantecoso. En boca es seco, salado, marino, de cuerpo medio y amargor en el paladar. Un vino que marida con unas magníficas ostras frescas. Cuerpo medio y anisado postgusto. Estamos ante un vino muy joven, con unas magníficas condiciones para presentar una evolución positiva en botella, 90 PF.

La pequeña tienda de L’Excellence, en la calle Josep Bertrand (Barcelona) tiene una gran colección de añadas del Montepulciano d’Abruzzo, tan lejanas en el tiempo como la de 1975, eso sí, con una consecuente subida de precio. El Trebbiano 2004 cuesta 13 euros.

The End is just the beginning

Pese a que me encantaría que este blog fuese más dinámico y publicar artículos más a menudo de lo habitual, mis circunstancias laborales provocan un goteo limitado de nuevos temas.

No obstante, no me perdonaría el no comentar la futura desaparición de Wine-Journal, la tribuna pública de Neal Martin. En una carta abierta a sus lectores, ha comunicado que finaliza su andadura en la web e inicia una colaboración profesional con Robert Parker.


Los últimos movimientos en la órbita Parker, con la salida de Pierre-Antoine Rovani del equipo editorial y la recolocación de los diferentes críticos por zonas productivas, han culminado con la llegada de Neal Martin, un “recién” venido al mundo vitivinícola, pero de presente muy prometedor, con un estilo fresco y algo irreverente en su narrativa. Su web se había convertido en una fuente gratuita (al menos de libre entrada) para el necesitado de información sobre Burdeos y Borgoña.
Pese a considerarme un lector habitual de sus artículos, no estoy para nada contrariado con la decisión que ha tomado y sirva este mensaje como una demostración de agradecimiento por los buenos momentos pasados leyendo sus artículos.
¡Mucha suerte Mr. Martin!

Enrique Mendoza Petit Verdot 2004

Tras una primera ola de monovarietales de esta uva bordelesa, que tan bien parece adaptar su lento ciclo vegetativo al amplio espectro de climas y suelos ibéricos, vuelven a surgir en el mercado un nuevo surtido de vinos procedentes de la Petit Verdot. Referencias como las de Luzón, Pago del Vicario o este Enrique Mendoza, vienen a certificar la buena salud comercial de estos monovarietales.



No descubriremos ahora a la familia Mendoza (con Pepe y Julian como cabezas visibles), considerados como unos de los personajes más importantes del panorama vinícola levantino, pero este PV era su último as escondido en la manga y parece llevar ese sello tan propio de la bodega alicantina.

Su Petit Verdot proviene de los viñedos situados en Villena, concretamente en el paraje conocido como “Cabezo de la Virgen”. La vendimía se inició el 25 de octubre del 2004.
Su vinificación comenzó con una maceración pre-fermentativa durante una semana. La fermentación se realizó a una temperatura de 25ºC y posteriormente pasó a criarse durante 14 meses en barricas de roble francés, en las instalaciones de la bodega en L’Alfàs del Pi (Alicante).

En cata se muestra con una visual densa, de color rojo picota oscura, capa altísima y buena viscosidad en el movimiento. En nariz se presenta inicialmente muy tocado por la crianza, con ligeros aromas de torrefactados y frutos secos (nueces), pero con el jarreo, se va abriendo, dando aromas de media-alta intensidad a fruta roja madura, regaliz y algo de brea y panceta ahumada, cerrando el conjunto con un fondo entre floral (violetas) y especiado. En boca se muestra con una tanicidad suave, ligeramente secante (algo lógico para su edad), con muy buena estructura y cuerpo, pero bastante necesitado de algo de doma botellil (licencia poética). Buen retrogusto y persistencia media, cierra la descripción de esta nueva elaboración de uno de los más fiables y constantes productores de la ribera mediterránea occidental, 89 PF. Comprado por 14 euros en Mar de Tierra, una pequeña tiendecita situada en la barcelonesa Comte de Salvatierra, 4.