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Del final de lo trágico a lo excelso de lo excepcional

Algo excepcional, de tiempos convulsos, del esfuerzo de los supervivientes de la guerra, un trocito de historia embotellado. 

El CVNE Corona blanco semidulce elaborado en el año 1939 aúna toda la tradición riojana, con unas circunstancias climatológicas extremas, donde la uva fue vendimiada en diciembre del 1939, y en la región se vivía las duras vicisitudes de la situación que azotaba a toda España, en los primeros días de la posguerra.


Un vino de coraje que ha permanecido como testimonio de otros tiempos para la viticultura y que se muestra en este embotellado especial, de bella botella soplada, con una evolución algo más marcada que otros embotellados de los 70's, pero mostrando su deliciosa riqueza de matices, tanto dulces cómo ahumados, y una profundidad dilatadamente compleja.

Una duda me asalta de la botella disfrutada, ¿se trataba de un embotellado anterior a los años 70's?

La Cueva del Contador 1996 de Benjamín Romeo

Un día lluvioso por las calles de Barcelona, esperando a unos amigos, me metí en una vinicoteca para hacer tiempo. No es que tuviese muchas ganas de salir de allí con una botella, ya que la selección parecía hecha para los amantes de los "The very best of", pero con tal de no mojarme, cualquier excusa era buena y me pase un buen rato mirando etiquetas. Una de ellas me llamaba poderosamente la atención, se trataba de La Cueva del Contador 1996, una botella que relacionaba con el bueno de Benjamín Romeo, pero que por ningún lado de la etiqueta se le mentaba. Es más, la botella bordelesa, esbelta ella, no presentaba contraetiqueta, ni en la etiqueta se rezaba ni región, ni grado alcohólico, ni país, solamente La Cueva del Contador 1996. ¿1996? Recordaba que Benjamín había dejado Artadi por el año 2000 y que el primer Contador se había elaborado en la vendimia de 1999, siendo lo que rezaba la etiqueta curioso, picándome el gusanillo.

Dado que la botella no superaba los 30 euros decidí llevármela y comprobar si los pocos datos que tenía me podían aclarar algo y ya de paso probar un Rioja (al menos se suponía) de nueva generación con unos cuantos años en botella, aún recordando una botella de Cirsión 1998 que teníamos en la memoria y que se mostró maravillosamente madurada.

Los inicios nunca son sencillos y más cuando tu trabajo en Artadi se entrelaza con tu proyecto personal, y eso es lo que le sucedió a Benjamín Romeo, cómo comentaba antes, que no se dedicó en exclusiva a su bodega hasta el año 2000, y parecería que no se podía tenerlo todo controlado, aunque en el caso de Romeo si lo tuviese, como bien explica Luis Gutiérrez. Además, tras confirmar que este 1996 era el primer vino comercializado por la bodega, y mediante el descapsulado el corcho certificaba con un sello que se trataba de un vino de la Denominación de Origen Calificada de la Rioja. ¿Traigo el sacacorchos?

En la cata se nos muestra una visual muy densa, con un profundo rojo picota, dónde sólo se le aprecia un ribete ligeramente evolucionado, y cuya capa se presenta de la forma más oscura posible. Su nariz muestra aún en primer plano fruta licorosa, algo madura, dejando un fondo ligeramente evolucionado recordando maderas nobles y cuero. Intenso pero cómo situándose entre dos aguas. Su boca me sugiere algún problema, ya que se muestra algo deslazado, dejando una textura algo aguada, con acidez, pero sin edificar su paso. Pareciera que la guarda no le hubiese sentado muy bien, ya que pese a dejar un buen final, no excesivamente prolongado, las posteriores recatas confirman las malas sensaciones en boca, aunque pareciera que el problema no fuese de oxidación ni de mala conservación. Queda entonces cómo una experiencia curiosa, sin más, ¡Una lástima!.

Viña Tondonia Gran Reserva blanco 1981

Una de las primeras obras que me compré sobre el mundo del vino, El Vino (Nuevo Atlas Mundial) de Hugh Johnson, en su cuarta edición describía en las páginas sobre el vino español unas líneas dedicadas al Rioja Blanco, elaborados según el autor con la fresca y ácida Viura (Macabeu), mezclada con la malvasía riojana. Aún recuerdo con cariño y con la curiosidad (satisfecha) de entonces las palabras sobre la línea clásica de vinificación riojana que hacían obtener a los vinos un color dorado y un carácter liso, a través de la oxidación, y que en juventud parecían mostrarse maravillosamente pétreos y a los niveles de un buen Graves.

Con el tiempo apareció en nuestras vidas Manuel Camblor y a través de la red, sobretodo desde Verema.com, nos dio a conocer una bodega clásica riojana, que sólo nuestra ignorancia había dejado en el altillo de la memoria. Se trataba de López de Heredia y sus Tondonias Gran Reserva Blanco.

Pese a que esta debería ser una anotación dónde apuntara datos e historias sobre la bodega, sirva de recordatorio y homenaje de una memorable cata a la que tuve el placer de asistir en Valencia, juntamente con Mercedes y María José López de Heredia, invitados por los amigos de Verema.com y de la que hoy se cumplen cinco años. Para mayor homenaje (sobretodo para mi cuerpo), he abierto un Gran Reserva Blanco 1981 que se ha expresado algo más austero que la última vez que lo probé, y es que ya se sabe con estos vinos tan añejos, hay cierta irregularidad, sobretodo con determinados niveles de rellenos de las botellas. Eso sí, maravillosamente pétreo, único en su género y que debería pertenecer al patrimonio histórico enológico español (si es que no lo está ya). Ya me perdonaréis el guiño nostálgico.

Predicador 2004

En los últimos meses ha saltado al firmamento internacional del panorama enológico patrio la figura de Benjamín Romeo, gracias sobretodo al resorte mediático de las altas puntuaciones otorgadas por The Wine Advocate para con su Contador 2004, aunque ya su trabajo anterior le había hecho ganar toda la notoriedad posible como enólogo de una de las marcas de referencias en la renovación de la Rioja más tintófila, Cosecheros Alaveses (Artadi para los amigos).

Hecha la presentación de la figura, bajemos a la tierra. Sólo he tenido la suerte de compartir copas con él en una pequeña cata organizada en Lavinia-BCN por allá el 2004, dónde apreciamos unos cuántos rasgos, seguramente superficiales, de la personalidad del señor Romeo. Nunca he tenido la capacidad de psicoanalizar a la gente, pero en esas dos horas Benjamín se mostró sin ataduras, franco y directo, sin miedo a utilizar argumentos en sus explicaciones, a veces un tanto simplistas, pero efectistas, como cuando nos justificó, sin utilizar ningún criterio objetivo, la facturación de un alto precio para sus creaciones, o la intrínseca diferencia entre el uso de una viticultura biológica o tirarse de cabeza a la biodinámica, que por cierto va aplicando en las labores de cultivo dentro de sus parcelas en San Vicente de la Sonsierra, Labastida y Ábalos, zonas ricas en suelos de estratos argilo-calcáreos, típicos de la ribera del Ebro. Su trabajo en la viña lo definía como concienzudo y sistemático, siguiendo los preceptos cósmicos (apuntó que elaboraba su propio estiércol de cabra siguiendo los ciclos de la luna, o en la determinación del periodo de poda), aunque no se expresó con mucho convencimiento. Seguramente quiera situarse en una línea intermedia.

De su adaptación al nuevo medio y asimilando el éxito obtenido por sus vinos más personales, con el Contador y la Viña de Andrés a la cabeza, decidió dar un paso hacia delante y pasar a elaborar una cuvée más asequible, con una mayor tirada comercial (su intención era no superar las 80000 botellas eso si) y decidió sacar El Predicador.


El trabajo de Romeo en bodega suele iniciarse, previa a la vinificación, con una mesa de selección de fruta que le permite escoger la mejor uva, soliendo fermentar la fruta utilizando depósitos troncocónicos, aunque para algunas de sus cuvées utiliza barricas de Allier abiertas, a temperatura no excesivamente elevada y aplicando cierto porcentaje de fruta que realiza maceración carbónica. El porcentaje de mosto empleado varía según las cuvées. Las barricas de roble para la crianza son nuevas para todos sus vinos, excepto para el Predicador, aunque suele usar un nivel de tostado suave y grano fino. Y es que Benjamín Romeo es un verdadero equilibrista en el uso de la madera.

El Predicador 2004 se define de un intenso rojo picota, mostrando buen balanceo y capa alta. Su nariz inicialmente se muestra floral, fragante, pero con la aireación van apareciendo los trazos de moras, no excesivamente maduras, redondeadas por notas torrefactadas muy aromáticas, surgiendo atisbos de especias. Nariz correcta, pero no excesivamente compleja. Su boca presenta una textura sápida, granulosa y algo angulosa, voluptuoso en densidad, pero no pesada, aunque se muestre algo desequilibrada con la acidez. Su nivel de alcohol parece integrarse en el conjunto. Final agradablemente amargo, muy adecuado para acompañar un buen chuletón a la brasa, 88 PF.

Un Rioja más que interesante que por 17 euros en tienda (mi botella salió de L’Ànima del Vi), puede ser una adecuada selección en un restaurante, ya que parece que esta inicial añada tuvo una mejor distribución en hostelería que en tiendas. Su distribuidor en Barcelona es Vila Viniteca.

Contino Reserva 2000

Chus Madrazo sigue su paso firme delante de este proyecto creado en 1973 y que bajo el paraguas de la Compañía Vinícola del Norte de España, trabaja los viñedos de la Finca de San Rafael, en la muy riojana villa de Laserna, en Alava.

Este coupaje formado por 85% Tempranillo, 10% Graciano y 5% de Mazuelo y Garnacha presenta una visual de intenso rojo granate, capa media-alta. Cerrado inicialmente, el incienso y algo de torrefactado envuelve la fruta roja ligeramente licorosa y ligeros toques de pimienta negra. Cuerpo medio en boca, con una textura de buena tonicidad, marcado por el amargor de la fruta, aunque ligeramente pasado de tostado. Pese a no ser uno de los mejores reservas de la bodega, no deja de ser un vino tinto bien elaborado. 85 PF.

De fácil localización en España, la propia bodega te enlaza con El Corte Inglés. Mi botella procede de La Fuente, y me costó unos 16 euros.