Relato informal de la visita a Bassermann-Jordan

Era domingo al mediodía y salimos del avión, aterrizados en Baden-Württemberg cayendo un sol de justicia. La intención era dirigimos a Deidesheim, un bucólico pueblo situado en el Mittelhaartd, dónde allí nos esperaría Michael Wöhr para almorzar e iniciar la primera visita programada, Weingut Bassermann-Jordan.

Un poco de historia, que nunca va mal. Los Jordan llegaron desde Saboya durante el siglo XVIII al Palatinado. Fue Andreas Jordan quién conformó una de las mayores propiedades vinícolas de la época. Con su muerte, en 1848, la propiedad fue dividida en tres partes repartidas entre sus tres hijos, conformando la actual Bassermann-Jordan, que recaló a manos de Ludwig Andreas Jordan (1811-1883), la segunda es lo que actualmente conforma Reichsrat von Buhl que heredó Josefine, casada con Franz Peter Buhl y por último Dr.Deinhard, creada de la unión de Margarete Jordan y Georg Friedrich Deinhard. Generación tras generación la familia Bassermann-Jordan se convirtió en referente tanto enológico cómo político en la región llegando a ser L.A. Jordan representante del Parlamento de Frankfurt. Pero en el año 2002 el magnate de la publicidad deportiva y editorial Achim Niederberger decidió dar un nuevo impulso económico a la bodega y adquirió la propiedad, delegando en Ulrich Mell como director técnico y como gerente comercial en Gunther Hauck. Lo curioso es que el grupo Niederberger vuelve a ser propietario de las tres bodegas originales, aunque parece que de momento no se está pensando en la fusión de lo que otrora fuera la bodega que vio crecer Andreas Jordan. Eso sí, Bassermann-Jordan se está adaptando a marchas forzadas al turismo enológico, y dentro de sus instalaciones ya possee un restaurante, de nombre Freundstück y está restaurando lo que antaño era Der Ketschauer Hof (El tribunal de Ketschauer) para albergar un Relais & Château.

Y es allí precisamente dónde nos encontramos con Michael, dónde pudimos descansar y disfrutar de un magnífico almuerzo, junto a algunos vinos de la bodega como el Langenmorgen Riesling Spätlese Trocken 2001, Forster Ungeheuer Riesling Spätlese Trocken 1998 o Kirchenstück GG 2002. Vinos de placer sólo aterrizar, unidos a una buena comida con hortalizas de primera, junto a un ambiente deliciosamente relajado de domingo. ¿Qué más se puede pedir?

Durante el almuerzo se unió a nosotros Gunther Hauck, quién nos explicó el plan establecido. Primero, visita a los viñedos, sobretodo los Grosses Gewächs (Grand Cru) que posee la propiedad en Forst y Deisdeheim, luego visita a las galerías medievales excavadas bajo el pueblo, dónde la bodega tiene parte de las instalaciones técnicas, botellero y una colección privada de vinos viejos impresionante. El final de la visita sería una cata de los vinos del 2007. Pues para allí que nos fuimos.

Los primeros viñedos que visitamos fueron Jesuitengarten y Kirchenstück en Forst. Sorprende, aunque se lo había oido decir a unos cuantos, la cantidad de basalto que había en el suelo, aunque la proporción es aún mayor en Pechstein.


Trabajo con tratamiento ecológico en todo el viñedo (en esto los alemanes nos ganan de largo. Si queremos ser ecológicos, todo el pueblo tiene de ser ecológico). Utilización de señuelos con feromonas para los insectos, intento de mecanización del viñedo lo menos agresiva posible, y de abonos orgánicos, prescindiendo lo máximo posible de los productos de síntesis. Las hileras de vides están repartidas entre las diferentes bodegas, y se aprecia claramente cuales son de Bürklin-Wolf, de Von Buhl, etc. Parece que la floración aún no ha explotado. Allí Gunther nos ve con cara de sedientos y empieza a abrir sendas botellas del 2005 y 2003 de Kirchenstück, mostrando un carácter nítido de año maduro, cítricos de limas y piña, buenas acideses y carácter ligeramente amargoso en boca. De allí, para Hohenmorgen, en Deisdeheim, menos rico en basalto. Allí los GG 2006, 2004 y 2000 se mostraban más ligeros y con menor carácter.

Vuelta con la furgoneta por las viñas, sólo una pequeña parte de las 42 hectáreas que posee la bodega, mientras Gunther nos comentaba que el jueves anterior había habido una granizada que había afectado el viñedo del Mittelhaartd, pero no excesivamente a los GG de Forst. Lo que si que había pasado es parte de las galerías excavadas de la bodega se habían anegado, y para allí que nos fuimos a comprobarlo.

Bajo las instalaciones en Deidesheim se extiende una extensa red de galerías dónde se localiza el tesoro de la bodega compuesto de vinos de todas las añadas desde 1880, y algunas botellas más añejas, tanto botellas propias como de otras bodegas (incluso algún Rioja). Se respira historia, sin duda, con detalles estéticos que nos explican el largo recorrido histórico-enológico que tiene la región, destacando algunas ánforas de la época de la dominación romana. Delante de las botellas centenarias Gunther nos invitó a degustar alguna botella añeja y se decidió por un Riesling básico del 1900. Recién abierto el vino mostraba una visual no excesivamente parda, nariz de ahumados y tundra, destacando un aroma salino muy similar al Hanakatsuo (virutas de atún desecado) y una boca para nada plana, dejando las mismas sensaciones ahumadas por la retronasal. Un vino que se salía de todo parámetro analítico numérico, lleno de historia y emoción.

Tras el detallazo de Gunther, al trabajo que nos pusimos. Horizontal de algunos de los vinos del 2007, destacando el buen nivel de los básicos, reflejo de la magnífica añada que se nos viene encima. Interesantemente sabrosas las pruebas de tonel de Freundstück GG y Kirchenstück GG, y que esperaremos reconfirmar sus buenas sensaciones con el embotellado definitivo, que se presentará en febrero (ya sabéis dónde). Destacadamente primarios y frutales los Muskateller Auslese y Goldmuskateller Eiswein, y por último, densos y untuosos los Riesling Leinhöhle BA y Reiterpfad TBA, aunque duele reconocer que están en unos parámetros de lógico exceso de untuosidad y dulzor que dificultan algo su cata. Les pediremos muestras para recatar en unos años.

Finalizada la cata nos despedimos de Gunther, con la botella de 1900 bajo el brazo, para buscar refugio en las instalaciones de Burklin-Wolf, dónde nos esperaba Annette, pero eso es harina de otro costal.

2 comentarios :

  1. Leo estas crónicas y ya disfruto, pero no soy capaz de imaginar como fue en vivo el asunto.

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  2. Manuel, fue un viaje magníficamente aprovechado. Me alegro que disfrutes, buen fin de semana.

    Un abrazo.

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