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El Douro, versión Niepoort

Mis conocimientos sobre el Douro y su vino histórico, el Porto se resumían de la manera más teórica posible y con la cata cómo único lazo práctico, pero recientemente he podido disfrutar de un fin de semana hedonístico e ilustrativo, del que sólo puedo expresar sentimiento de fascinación y agradecimiento por lo vivido durante esos tres días.

El programa del viaje se iniciaba con la visita a las instalaciones que tiene en la Rua de Serpa Pinto de Vila Nova de Gaia la compañía Niepoort Vinhos S.A. dónde nos esperaba Verena Niepoort, quinta generación junto a su hermano Dirk, de los Niepoort y José Rodrigo Nogueira, también la quinta generación de los Nogueira cómo maestros mezcladores de la bodega. Para una mejor y más profunda ilustración de la obra de esta familia bodeguera luso-holandesa os recomiendo el fenomenal artículo escrito por Luís Gutiérrez, ya que mi relato responde más a la necesidad de compartir la experiencia vivida que a la virtud de ilustrar las andanzas de los Niepoort.

Pero sigamos con el relato. En Vila Nova de Gaia la actividad comercial es incesante, con la continúa circulación de camiones cargados de cajas de vino, entrando y saliendo de las diferentes bodegas. Y es que desde la puerta de la bodega se observan unas cuantas instalaciones del grupo Symington. Un breve paseo entre pipas dónde se crían los Colheitas y ver la espectacular sala de crianza de las garrafeiras, bucólico tesoro vinícola, traslada al enochalado de pro al mayor de los estados de emoción. Para abrir boca probamos los Ruby Dam que tira para la fruta, el Tawny Dee de imagen aterradora, el delicioso White 10 Years Old, junto al Late Bottled Vintage 2005, el Colheita 1998, el Vintage 2007, el Tawny 20 Years y el Crusted (embotellado 2007) de la bodega, anotando en el bloc mis preferencias por el 10 Years Old White, el Vintage 2007, que viene muy grande y el Tawny 20 Years, como valor seguro. Andaron muy interesantes también el Crusted, mi primer crusted y el Colheita 1998.

Tras la cata, comimos en la Adega São Nicolau, una muy céntrica taberna de Oporto, dónde bebimos un Navazos-Niepoort 2008, el fruto de la caliza más mineral que he podido probar, un Redoma Branco Reserva 2008, aún por dominar y el OmLet 2005, un joint-veinture entre los Niepoort y Telmo Rodríguez en el Douro que no le acabé de ver la gracia. De postres disfrutamos con una deliciosa Garrafeira 1977 de Niepoort, seria y voluptuosamente densa. La comida valió la pena, con un fenomenal arroz junto a pulpo empanado. Desde pleno centro de la ciudad de Oporto se aprecia una ciudad señorial, histórica, plenamente merecedora de ser patrimonio de la humanidad.

De allí nos acercarnos a otra de las instalaciones de la bodega, en la rua Cândido dos Reis, antigua casa de Osborne en Oporto dónde se realizan las funciones de embotellado y etiquetado de los vinos. Breve visita, aunque tuvimos tiempo de apreciar la belleza de las instalaciones. Desde allí salimos hacia el Douro, dónde nos esperaban en la Quinta de Nápoles. Lástima el no tener más tiempo para disfrutar de la ciudad de Oporto y Vila Nova de Gaia, ya que la imagen que dejábamos era bucólica y llena de belleza. Otra excusa más para volver.

La Quinta de Nápoles con sus 30 hectáreas de viñedos fue adquirida en 1987 por los Niepoort, y en ella se rehabilitó el cuerpo de la bodega, convirtiendo el espacio en una formidable unión entre las pizarras de las terrazas de la Quinta de Nápoles, la Quinta do Carril, los meandros del río Têdo y las instalaciones modernas de la Quinta. Allí es donde se crían los vinos tranquilos del Douro que elaboran los Niepoort.

Justo en la entrada nos encontramos con Dirk Niepoort, alma máter de la bodega, dinámico e innovador, pero con un ojo siempre puesto en la tradición vinícola del país, y cuyo espíritu renovador movió, en gran parte, los cimientos del Douro y alzó en el panorama europeo a los vinos tranquilos del Douro. Con él estaba Luís Seabra, mano derecha de Dirk, un tipo fenomenal con quién pasamos muy agradables momentos. Antes de la cena probamos los mostos de los tanques de fermentación de la cosecha 2009 y catamos los blancos que se crían en diferentes tipos de depósitos y maderas. Sinceramente, ni tengo la formación adecuada ni el interés para hablaros de pruebas, ya que me considero un consumidor y como tal, sólo debo explayarme en vinos que están en el mercado, pero el ejercicio de probar unas 50 muestras en dos días de blancos, tintos y Portos se presentó de manera muy natural y sin suponer un excesivo esfuerzo. Eso sí, me siento incapaz de hacer un informe completo.

En la cena, con la deliciosa comida que elaboró Maria José, cocinera de la bodega probamos un doble Mágnum de Redoma Branco Reserva 2008, un polémico doble Mágnum de Charme 2006, un delicioso doble Mágnum de Batuta 2001 y un Mágnum de Vertente 2007 algo más ligero. El Batuta 2007 muestra las buenas maneras de la añada y el vino elaborado para la Colección 75º Aniversario Vila Viniteca por Niepoort 2007, procedente de un viñedo centenario que fue replantado recientemente, pinta muy bien.

Los generosos vinieron con nombres como el Vintage 1982, el Vintage 1964, Niepoort Tawny 20 Years (Bottled 1983) y un Niepoort 1863 (en formato 37,5 cl.). Sinceramente, demasiadas emociones, pero destacaría la frescura del 1982, la concentración del Tawny 20 Years y el nervio del 1863, maravilloso recuerdo de los Portos del siglo XIX. Para el fin de fiesta a Dirk siempre le gusta romper con un Riesling, en este caso un Riesling 2003 de Niepoort Projectos, seguramente el mejor riesling ibérico que he tenido el gusto de probar, pero quiso sorprendernos con una misteriosa botella etiquetada cómo Quinta de Junco Colheita, embotellada en 1947. Magnífica concentración y profundidad para esa veterana botella.


Al día siguiente nos esperaba en Vale Mendiz, dónde tiene la bellas instalaciones de vinificación la bodega, Nick Delaforce quién se encarga de la coordinación de la vendimia y vinificación de los Portos. Allí pudimos ver el proceso de recepción de la uva, la última de la cosecha 2009, pesado, y control en la mesa de selección previa a su despalillado. De allí se transporta la uva a los magníficos lagares circulares de granito para realizar el bello proceso del pisado de la uva, de manera artesanal, dando inicio a la fermentación, desprendiendo su aroma en el ambiente.

Catamos los mostos ya fermentados y probamos partidas de diferentes pagos. Allí también se cría el Charme, el vino tinto más elegante de Niepoort, dónde probamos diferentes barricas del 2008, junto a un vino que elabora junto a Raúl Pérez. La comida la realizamos con parte de la cuadrilla, en un ambiente muy familiar, junto a unas deliciosas sardinas a la brasa, acompañadas por un Redoma Branco 2008, el tinto de la casa (colhonudo según mis compañeros), el Solar de Serrade Vinho Verde Tinto 2008 (também colhonudo apuntaron), el Dialogo 2007 (versión portuguesa de Alonso Quijano) y acabar junto a una crema casera caramelizada, con unas copas del Vintage 1983 y un Vintage 2007, en formato 37,5 cl. Buen rato de sosiego, entre viñas y pizarra.

De vuelta a la Quinta de Nápoles, subimos al mirador del Douro desde el Casal de Loivos para apreciar la belleza de las terrazas sobre el Douro, paseando por la encantadora estación de Pinhão y ver cómo llegaba la antigua locomotora de vapor que circunvala el río. Aproveche la tarde para escaparme a visitar alguna de las Quintas clásicas de la zona, cómo la preciosa Quinta de Noval, la Quinta de Juncal o la Quinta de la Rosa, entre otras, en una estupenda ronda de sábado por esa hermosa parte del Douro.

Antes de la cena, probamos los otros tintos tranquilos en sus diferentes depósitos, cómo el Fabelhaft, uno de los sustentos comerciales de la bodega o el delicioso Robustus, procedente de la Quinta do Carril y cuya críanza se realiza en bottis venecianos.

Abrimos la cena con sendos Champagnes, uno el Fiével Comte de Marne de Charles Mignon y otro Blanc de Blancs de Jacques Selosse (se trata del Initial con degüelle 2004) mostrándose algo fatigado. Con los blancos secos probamos un Hubacker GG 2005 de Keller, delicioso en nariz pero algo basto en boca, una prueba del Navazos-Niepoort 2008 con unos días de apertura, algo más cohibido que el de día anterior.

En la mesa también se encontraba Paulo Ruão, el enólogo del Viosinho 2008 de Lavradores de Feitoria, un muy interesante blanco con similitudes a una sauvignon fresca, quién nos explicó cómo funciona este interesante proyecto, del que también forma parte Dirk Niepoort. Pero sigamos, ya que tras la decepción de un oxidado Meursault 2000 del maestro Coche Dury, apareció una gran revelación para mi, el Alvarinho Soalheiro Primeiras Vinhas 2008, uno de los Alvarinhos más minerales que he tenido el placer de disfrutar y del que me he hecho seguidor acérrimo.

Pero que no decaiga la fiesta. Con los tintos llegaron grandes botellas. El primero, servido a ciegas cómo la mayoría de los vinos, se trataba de un fino exponente de la elegancia y la profundidad, de nombre Mouchão 1963, y que en mi ignorancia había desconocido la potencial grandeza de este Alicante Bouschet del Alentejo. Un monumento vínico viviente, aunque me dicen que poco tiene que ver con los Mouchão contemporáneos. Le siguió el Saint Joseph 1998 de Pierre Gonon, ¿heredero del maestro Trollat? El tiempo dirá, pero muestra muy buenas maneras.

Una botella muy grande de Robustus 1990, apostillado cómo un vino salvaje en juventud, nos permitió realizar un fenomenal ejercicio de traslación de los vinos tranquilos de Dirk en el tiempo, que se vino a certificar con el Redoma 1991, cuya entereza sorprendía y un completo Redoma 1994. Algo más sutil se mostró el mágnum del Beaune 1er cru cuvée Guigone de Salins 1993 de Louis Jadot elaborado para los Hospices de Beaune, pero no tan intenso ni profundo y es que el nivel había sido muy alto.

Entonces llegaron los Portos con un mágnum del Vintage 1942 de Niepoort que me pareció completísimo, servido junto a dos botellas muy diferente del Três Gerações Porto de Niepoort, un Porto centenario, servido con mucho cariño por Dirk, cómo muestra del buen trabajo que lleva realizando su familia desde 1842. La mejor de las botellas se mostró con grandeza, oxidación y concentración bien ajustadas y un nervio marcadísimo. Pedacito de historia del Douro.

Para finalizar la acidez de la Riesling 2008 de Niepoort Projectos y el Trittenheimer Apotheke Auslese Riesling 2006 de Grans-Fassian, dando por acabada un cena deliciosa a la luz de la luna, con el calor de las paredes de pizarra cómo regulador térmico, junto a una magnífica compañía. ¿Qué más se puede pedir?

El domingo finalmente un café de despedida con Dirk, comida en Oporto, dónde volvimos a comprobar las bondades del Soalheiro PV y para el aeropuerto de vuelta a casa. Este sería a grandes rasgos el fin de semana que hemos vivido, sino fuera que en los pequeños detalles se encuentra lo sublime de nuestra estancia allí. Gracias a los Niepoort y a su importador Vila Viniteca por la experiencia que me han permitido vivir.

Quinta do Vale Meão 2000

En la última década el mercado del vino ha experimentado un impresionante crecimiento de nuevas zonas productoras, motivado sin duda por la expansión del conocimiento técnico enológico y por la necesidad de diversificación que ha exigido la demanda, cada vez más necesitada de nuevas experiencias.

Dicho proceso ha obligado a una gran parte de las regiones históricas productoras a desarrollar nuevas fórmulas o gamas de productos que les permitiera no perder comba en la batalla por las ventas. Entre estas regiones se encuentra sin duda el Douro.

Históricamente conocida por ser sus hermosas terrazas la cuna que dan el fruto a uno de los más preciados valuarte portugueses, el vino de Porto, sólo un vino tinto tranquilo había surgido brillantemente, el Barca Velha. Pero desde hace cierto tiempo ha aparecido una nueva estirpe de vinos tintos tranquilos dispuestos a aprovechar la amplísima paleta ampeológica de que disponen los viñedos de las Quintas y seguir la estela del precursor Barca Velha, empleando técnicas modernas de vinificación. Una de estas históricas Quintas es Vale Meão que ya en 1877 adquiriera la mítica Antónia Adelaide Ferreira, comprando 270 hectáreas de tierras junto a Vila Nova de Foz Côa, situadas en el Douro Superior, transformando la ladera localizada en un meandro del río y plantando 62 hectáreas de viñedos y construyendo allí sus lagares. En la actualidad su cabeza visible es Francisco Olazábal y Nicolau de Almeida, descendiente directo de Dona Antónia y enólogo de la Quinta, quién a partir de la vendimia del 1999 decidiera sacar al mercado este Vale Meão.

Pero volvamos al viñedo. Un dato curioso es que a diferencia de lo que sucede en otra Quintas, aquí si hay separación por variedades de uva, permitiendo lograr un mayor control de madurez de la fruta. Las Touriga Nacional, Tinta Roriz, Touriga Franca, Tinta Amarela, Tinta Barroca y Tinto Cão que componen el ensamblaje del Vale Meão, se encuentran plantadas en suelos de composición dispar de origen xistosos (pizarroso), de aluvión y granítico.

Su proceso de elaboración se inicia con el pisado largo y continuado de la uva en lagares de cemento, que permite una mayor extracción de color, hecho que se corrobora en cata. Se bombea la pasta a cubas de acero inoxidable dónde se realiza su fermentación alcohólica y su crianza, entorno a los 18 meses, se realiza en barricas de roble, en gran parte nuevas, de los bosques de Allier y en menor medida de segundo año.

En cata visualmente es precioso, brillante y jovial, con una densidad y untuosidad envidiables. Su imagen denota apenas evolución, aunque puede desprenderse de ella un peso en nariz y en boca que realmente no tiene, ya que aromáticamente la fruta negra casi licorosa ha ganado ya la batalla a las marcas de la crianza, dejando los tostados, como los granos de café y el cacao, en un segundo plano, dejando una profundidad aromática, prolongada por un hermosísimo fondo floral de violetas y tímidas notas terrosas. Equilibrio y frescura de este vino atlántico de gran armonía. Su peso en boca, por textura y frescura sorprende, equilibrado en su estilo, persistente y estructurado, con buena acidez y un prolongado final, acaba con ciertos mitos chapapóticos (siento el localismo, pero es tan descriptivo) y me hacen desear que ojala todos los vinos “Super Premiun” fuesen así, 93 PF. Encontrar el Vale Meão 2000 a estas alturas en Barcelona me da que va a ser difícil. Más fácil será comprarlo en la web de Pecados Originales.

Os dejo un interesante reportaje que realizó la RTP, la televisión pública portuguesa de esta más que emblemática Quinta: