La muestra. En frente nos encontramos con un blanco brillante, de coloración nada cansada, casi pajiza y con muy ligeras partículas en suspensión. Cuando lo servimos en copa, sus primeras trazas aromáticas son muy varietales, destacando los aromas de hierba mojada, cítricos (entre el limón y el kiwi) y algún matiz de palo de regaliz. Con la evolución por oxigenación se agranda la paleta de complejidad, ganando en profundidad aromática, apareciendo un delicioso fondo mineral de talco, que redondea un conjunto salpicado por los herbáceos, flores de acacia y notas de melón maduro y pera blanca. Preciosista y complejo, pero con una intensidad acorde a las condiciones de la añada. Buena densidad en boca, con esqueleto y recorrido, dejando muy buenas sensaciones en el paladar, aún fresco y casi primario. Gran trabajo, que inicialmente se mostró como un buen Sauvignon Blanc y acabó siendo un gran Sancerre, 92 PF.
Otra muestra de que ambos primos son de los más consistentes y puristas elaboradores de Sancerre. Desconozco dónde poder comprar los vinos de François en España, ya que esta botella fue la última que quedaba en una tienda de Barcelona, comprada por 24 euros. Los vinos de Pascal Cotat los trae Paco Berciano.
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