¿Por qué ahora? Porque apetece.
Dos botellas, dos pagos, un mismo productor y 20 años de diferencia. Se puede hablar de las grandezas de una casa como el Domaine Huet sin miedo a equivocarse. Cada botella toca algo dentro de ti, ya sea con sus vibrantes Vouvray Pétillans como con sus eternos Vouvray Moelleux 1ère Trie, que te enamora. Vinos emocionales.
Así de sencillo. Sensaciones encontradas de como deberían ser las cosas, de cómo no volverán a ser y del placer de compartir esos momentos con quienes te hacen sentir a gusto. Vinos que tienen su impronta en cada botella. Gracias Nöel Pinguet.
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