Tras un verano de sosiego, tranquilidad y meditación, reaparezco con la convicción y las ganas de seguir relatando experiencias propias en torno al vino. En estos meses he vivido magníficas veladas, descubriendo sensaciones y compartiendo con buenos amigos momentos que merecerían ser explicados con mayores detalles, e incluso en lo personal, se puede decir que mi pequeño universo ha visto nacer la luz de una nueva estrella.
Pero ya puestos a explayarnos, en breve irán apareciendo aquí una serie de artículos que conforman un repaso a lo vivido durante cuatro días maravillosos por la Alemania vinícola, dónde visitamos las regiones vinícolas del Rheingau y el Nahe, en pleno mes de agosto, junto a cuatro de los estandartes de la calidad vinícola, de la mano de Vins Alemanys, y su mano derecha en Barcelona, Vinialia. El periplo se iniciará con un paseo junto a Peter Jakob Kühn, un aventajado de la viticultura biológica, establecido en Oestrich, a orillas del gran Rin. Muy cercanos, en nuestra base establecida en Rüdesheim, comprobaremos la hospitalidad de Theresa Breuer y su tío Heinrich, que mantiene el recuerdo y las cualidades vinícolas del malogrado Bernhard Breuer. De paso, conoceremos la histórica ladera de Rüdesheim, subiendo hasta su monumental Niederwald y pasearemos hasta Assmanhausen, para volver navegando por el Rin. Estando en el Rheingau, no visitar la histórica bodega de Schloss Johannisberg, dónde se tiene fechada la primera vendimia tardía germánica realizada por el año 1775 y conocer la leyenda del caballero Spätlese, se haría injustificable.
De allí, nos trasladaremos al Nahe para asistir a nuestro bautismo de fuego con el gran Helmut Dönnhoff y su familia, contemplando parte de su obra en Oberhausen, disfrutar con míticos viñedos cómo Hermannshöhle, Felsenberg o Brücke, tanto en la larga distancia cómo en la corta, gozar de una histórica cata, memorable y complacernos con la hospitalidad de los Dönnhoff.
Llegados a este punto, pese a que la lógica nos dijera que tras la visita a la Weingut H. Dönnhoff lo fácil sería ir desinflando el globo, hinchado de gozo a más no poder, el día siguiente asistimos a la demostración plausible de que en el Nahe hay otro nombre a tener muy encuentra y ese es Werner Schönleber, establecido en Monzinger y cuyo labor en dos pagos míticos, cómo son Halenberg y Frühlingsplätzchen nos han trasladados a las máximas cotas cualitativas con la Riesling.
Y por último, y de refilón, seguiremos el curso del Ruwer y el Mosela, conociendo históricos viñedos, a la espera del avión de vuelta.
Víctor me he permitido el lujo de poner en mi blog links a tus fotos. Espero que no te moleste. Debería haberte preguntado antes, pero no se muy bien porque no lo hice.
ResponderEliminarPaco, faltaría más. El linquear siempre fue una forma de respeto que no necesita de permisos para realizarse (al menos eso entiendo yo).
ResponderEliminarEl lujo es, sin duda, para mi.
Un abrazo.