Un gran vino para empezar el año, pese a que lo probamos en los últimos días del 2007, y es que el año pasado probamos grandes vinos pero sobretodo grandes blancos, siendo este un gran remate.
Os pongo en antecedentes. La familia Saahs, de quienes ya os expliqué algo en una anotación anterior, elaboran esta línea tan especial conocida como Vinothek. De sus mejores vinos hacen una selección y deciden “olvidarse” de ellos, dándoles una prolongada estancia en viejos foudres de madera que reposan en las arcanas instalaciones de su bodega, sólo comercializando los vinos cuando ya están listos, si es que llegan a estar a punto. Para este Grüner Veltliner del 1991 pasaron 15 años hasta que en marzo del 2006 decidieron embotellarlo y comercializarlo.
Lastimosamente, hasta hace bien poco, era difícil encontrar los Vinothek, ya que la propia bodega no los vendían a particulares (al menos al que subscribe estas palabras), pero actualmente los Nikolaihof han encontrado en Alma Vinos Únicos a un buen embajador para hacer entrar sus vinos al mercado español, y unos de los vinos importados por la distribuidora es este Vinothek.
En cata ya sorprende su visual, de las que te hace dudar de su vejez y que a ciegas, nunca dirías que tiene más de 15 años, con una presencia de brillos verdosos en un amarillo pajizo nada dorado. Buena untuosidad en el movimiento. Pero su profundidad nasal confirma su evolución positiva y su edad, paseando un ramillete de aromas que nos aporta su nariz, dónde se aprecia un complejo conjunto de aromas balsámicos, cítricos, similares a la bergamota, especiados de pimienta blanca, y un toque similar a la quinina (Terry Theise dixit), con un muy ligero fondo amielado. Su boca es sabrosa, seca (al menos no se le aprecia residual), glicérico, mostrándose estructurado, con gran equilibrio de acidez, pero no parece precisamente fatigado, dejando una deliciosa retronasal especiada, 94 PF. Si alguien os pregunta por las variedades más nobles no os olvidéis de la Grüner Veltliner. Con muestras como estas no hacen falta justificaciones.
Pese a tratarse a un vino caro, 84 euros en Vilaviniteca, sus bondades y su elaboración podrían justificar el juntarse con unos amigos, repartir costes y disfrutar de la evolución que nos da con su oxigenación. Al menos eso es lo que hice con un buen amigo.
Os dejo con un buen reportaje de la cadena NZZ:
Si tenéis problemas para visualizar el video, se puede descargar desde aquí.
¡Qué bonito está Corton en primavera! Y preciosa esa foto.
ResponderEliminar¿El vinothek GV 91 no lo probaste en Burgos? ;-P
ResponderEliminarPisto, en serio, la vi el otro día, pensé que la portada anterior era demasiado ajena al mundo del vino, pese a que me encantaba y decidí cambiarla.
La foto original de Pascal Gillot desde Vergelesses, una de las mejores viñas de Pernand, es magnífica. Se aprecia una panorámica desde Pernand-Vergelesses (a la izquierda de la imagen) hasta Aloxe-Corton. Las parcelas que se aprecian en primer plano son la de Corton-Charlemagne, Charlemagne y Les Pougeots. Corton cae en la otra vertiente de la ladera.
Saludos.
Pues sí, esa foto, además de bonota, es muy apropiada.
ResponderEliminarOstras, confieso que concentrado como estaba en la lectura del Grüner Veltliner no me había dado cuenta del cambio de foto. Y pensaba "pero de qué hablan estos, si los viñedos del video son de Wachau"!!!??? Y ahora me doy cuenta: la verdad es que es una maravilla de foto, como lo es la disposición de los viñedos en la ladera.
ResponderEliminarMuy bonita. Y muy apropiada.
Joan