Era sábado y era invierno. En una de esas sobremesas dónde las charlas se entremezclan, surge el debate sobre la imposibilidad de encontrar un buen Borgoña tinto a precio moderado, discutiendo sobre si es por lo limitado de las producciones, si es por la excesiva demanda de los mismos, o por el consecutivo juego especulativo que eso conlleva. Sirva este vino como ejemplo de esta situación. Un tinto que nació con vocación de nivel básico, pero que ha derivado en un vino de limitadísima producción que favorece ser tratado como un vino de lujo, gracias a la fama de sus elaboradores.
Y es que los Dugat-Py son de esos pequeños vignerons que han ido ganando prestigio de forma exponencial. Situados en la comuna de Gevrey, en
Viñedos propios maduros de Pinot Noir, con viñas de edades medias superiores a 50 años y cuidadosamente trabajadas, sin uso de pesticidas químicos desde finales de los 70, empleando podas de formato guyot simple, y sí se requiere, echando mano de las podas en verde muy rigurosas. Este vino procede de un compendio de parcelas que suman
Su trabajo en bodega se podría definir como poco intervencionista, aunque perfeccionista, empleando fermentaciones largas en búsqueda de una óptima extracción, encubando durante 20 días, a temperatura natural, sin chaptalizar ni acidificar, y empleando crianzas ajustadas a las características de cada vino, concretando el tiempo y el tipo de roble a usar. En este caso sólo usan un 20% de maderas nobles nuevas y que tras la crianza, se embotella sin clarificar ni filtrar. Las instalaciones de crianza se encuentran en una hermosa cripta gótica, bien grabada en la etiqueta, paradójicamente de lo que fuera un hospicio de leprosos durante el medievo.
La figura de Bernard es ampliamente ensalzada por la crítica internacional por su preciosismo a la hora de interpretar
Pues bien, este Bourgogne presenta una visual roja granatosa, de buen volumen y mostrando una capa media. Vivo y con brillo. Destaca el equilibrio de aromas que desprende su nariz, dónde la fruta aún se presenta en primer plano, similares a la fruta roja madura (fresas silvestres, grosellas y frambuesa ácidas), aportando armoniosas notas terrosas y especiadas (pimienta rosa y laurel), con un fondo de sotobosque, floral y con la crianza integradísima. Su nariz denota que se encuentra en su cenit. En boca también está muy integrado, con su tanicidad satinada, equilibrada, mostrándose como un vino de placer, pese a no ser excesivamente prolongado. Buen nivel de acidez y final agradablemente amargoso. Un Bourgogne al que le sentó de maravilla la guarda, pero que ya no necesita prolongarla, 91 PF.
Hace cinco años pude comprar un par de botellas de este vino a 16 euros en una tienda del Roselló, pero actualmente se me hace difícil decir dónde encontrarlo en Barcelona, aunque Vila Viniteca dispone de algunas botellas de los Gevrey superiores.
Mmmm. Fantástico año. Quién pillara ahora esta botella. Estoy precisamente leyendo un capítulo sobre los Dugat-Py en un libro que compré recientemente, y lo que voy descubriendo de su profundo respeto por la viña y su entorno me maravilla.
ResponderEliminarSaludos.
¿De qué libro se trata? Es que estoy buscando bibliografía borgoñona (más si cabe), a la espera que salga la reedición del libro Coates.
ResponderEliminarEl libro es "Vignerons Rebelles", de Jean-Claude Ray. Hay una reseña de 4 páginas sobre Dugat-Py. Repasa 62 viticultores franceses de distintas regiones. No es sólo Borgoña.
ResponderEliminarGracias SV, me lo apunto porque suena de lo más apetecible.
ResponderEliminarSaludos.