El efecto Mugnier

Recientemente Frédéric Mugnier, del Domaine Jacques-Frédéric Mugnier, ha comunicado a sus distribuidores e importadores la decisión de retrasar el lanzamiento de su Musigny y mantenerlo en bodega durante un mayor espacio de tiempo. Esta decisión se argumenta por la necesidad de lanzar su cuvée más prestigiosa con una mayor maduración en botella, para servirla al mercado cuando esté preparada para ser disfrutada.


Este magnífico vino se elabora con la uva procedente de dos parcelas de apenas 1,14 hectáreas, separadas por dos plots cada una de ellas, dentro del lieu-dit "Grand-Musigny" y el resultado de su vinificación da uno de los vinos más exquisitos, sutiles y equilibrados de toda la Borgoña. Elegancia embotellada. Pero esa sutileza y elegancia necesita de unos años en botella e incluso décadas para desarrollarse plenamente.

Se especula en lo prolongado de este paso por botellero (algunas fuentes hablan de hasta de 5 años), pero no en la más que posible subida de precios que esta práctica conllevará. Lo cierto es que con este movimiento, el común de los consumidores de Borgoña no notaremos su repercusión hasta dentro de un cierto tiempo, pero precisamente la importancia de este hecho radica en el posible efecto contagio que de este derive, sobre todo con el resto de bodegas de la zona.

Ciertamente la presión al alza en los precios de los Borgoñas están alejando cada vez más al clásico consumidor de estos vinos y desplazando al consumidor medio tipo a uno de mayor nivel adquisitivo. No en vano, las últimas cosechas de este Grand Cru, cuya producción rondaban las 2.000-5.000 botellas anuales, salían al mercado con un prohibitivo precio de 450 euros. Aún así, dicha cifra se veía incrementada de forma exhorbitada por culpa de la especulación, factor poco controlable por parte del Domaine.

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