Château de Beaucastel por Jean-Pierre Perrin

La semana pasada los muy apasionados wagnerianos que existen en nuestro país tuvieron una cita obligatoria en el Liceu de Barcelona dónde tuvo lugar dos representaciones en versión concierto de “Die Walküre” (La Walkyria) con un impresionante reparto, culminado por Plácido Domingo, en la que fuera posiblemente una de las últimas representaciones del veterano tenor en el coliseo barcelonés. Era tal la expectativa que Jean-Pierre Perrin (Château de Beaucastel) y René Rougier (Château Simon), ambos apasionados seguidores del compositor alemán, no dudaron en aprovechar la ocasión para desplazarse hasta la ciudad condal y disfrutar del recital. Y ya que teníamos la presencia de Jean-Pierre Perrin por la ciudad su importador local organizó una serie de catas dónde pude disfrutar de una magnífica lista de vinos de los que producen los Perrin en el sur del Ródano. Bodega familiar, llevada por la 4ª generación (aunque la 5ª sube muy fuerte), compuesta por los dos hermanos Perrin, François y Jean-Pierre.

Cuatro breves sobre la bodega y su filosofía, que situada entre Orange y Avignon, forma una de las más históricas explotaciones vinícolas de Châteauneuf-du-Pape, con una extensión de 140 hectáreas, de las que 70 son de viñedos con derecho a ser Châteauneuf-du-Pape AOC y 30 son Côtes du Rhône (utilizadas para su marca Coudoulet). Aparte, bajo la marca Perrin et Fils, elabora vinos procedentes de diversos pueblos del Ródano (Gigondas, Vinsobres, Vacqueyras) siguiendo todos sus viñedos la viticultura biológica.

Jean-Pierre nos explicó que la base para elaborar un gran vino se encuentra en el binomio entre geología (dónde actualmente se encuentran los viñedos circulaba durante el paleolítico el Ródano, depositando su actual geología de suelos) y ampeología, y es que Beaucastel es prácticamente la única que utiliza las 13 variedades que se permiten dentro de la AOC, la primera que se creó como concepto cualitativo con criterios histórico-sociales. El elemento que completa la ecuación para entender el terroir es la familia (el componente humano). Así que simplificando, para Jean-Pierre la transmisión del terroir en sus vinos se consigue con la ecuación planta + suelo + hombre. Y para demostrarlo nos dieron a probar:

Châteauneuf-du-Pape Blanc 2004 de Château de Beaucastel:


De 7 hectáreas de viñas con edades entorno a los 10 y los 40 años, compuesto por un 80% Roussanne, 15% Grenache blanc y el resto con variedades menos conocidas, plantadas en los típicos suelos dónde predominan los “cailloux roulés”. El 30% se fermenta en barrica, y el resto en cubas de acero inoxidable termoreguladas. La crianza, en barricas de roble, emplea una tercera parte de madera nueva dura entorno a los 8 meses.

En cata muestra un intenso dorado, limpio y brillante, con una nariz plenamente madura, donde predominan los aromas florales de acacia, buena carga frutal y los amielados campando a sus anchas, con una alta intensidad. En boca es seco, denso y de textura untuosa, mostrándose algo glicérico, mostrando un carácter joven y abierto, ya que parece estar en una buena fase de consumo. Por la retronasal explotan los anisados, prolongando el final bastantes segundos. Un gran blanco.

Châteauneuf-du-Pape Blanc Roussanne V.V. 2005 de Château de Beaucastel:

3 hectáreas de viñas viejas de Roussanne, plantadas hace 75 años por el abuelo de Jean-Pierre, vinificadas fermentado la mitad en barrica y el resto en cuba de acero inoxidable, la misma proporción para la crianza entre barricas y cubas, durante 8 meses.

Algo más intenso en visual, lo probé de tres botellas diferentes durante tres actos y se mostró como lo que se le presupone, el mejor vino blanco seco del sur de Francia. Intensidad nasal extraordinaria, tanto por carácter maduro y equilibrado, como por profundidad, una carretilla de flores de acacia, seguidas de fruta amarilla de hueso, anís estrellado, ligueros perfiles de turba y algo de frutos secos, aromatizados por mieles fragantes. En boca muestra una estructura envidiable, con una densidad untuosa, y un paso de paladar poderoso, pero sin pesadez y sí mucha frescura. Caudalías y caudalías de flores de acacias y mieles para el recuerdo.

Côtes du Rhône reserve 2006 de Perrin et Fils:

Viñedos en Grand Prébois (40 hectáreas) y Vinsobres (45 hectáreas), que forman una mezcla de 60% Grenache, 20% Syrah y 20% Mourvèdre, vinificadas en cubas de Inox termoreguladas de 150 hectolitros, criando en toneles (25%) durante un año.

En cata se muestra muy jovial, con recuerdos a maceración carbónica, con esos aromas de palote de frambuesa, nada artificioso, dejando una tanicidad correcta en boca. Un tinto correcto para quienes buscan la mejor relación calidad-precio.

Gigondas La Gille 2005 de Perrin et Fils:

10,5 hectáreas supervisadas por el equipo de Beaucastel cerca del Ouvèze, afluente del Ródano. 80% Grenache y 20% Syrah componen sus mezcla que se crían durante un año, 70% en fudres y 30% en barricas de segundo vino.

Visual no excesivamente opaca, con una nariz de frutos rojos confitados, aunque se perciben aromas metálicos algo desequilibrantes. En boca se muestra con una textura granulada bastante agradable. Un tinto sin demasiada historia.

Côtes du Rhône Village Vinsobres Les Cornuds 2005 de Perrin et Fils:

45 hectáreas en Vinsobres, comuna situada en el extremo norte del Ródano Sud, dónde hay una mayor proporción de Syrah, aportando la mitad de Garnacha, entre olivares, despalillación total. La maceración de la Syrah se realiza en cubas troncónicas dónde se realizan bazuqueos y remontados, e inoxidable para la Garnacha). Unidas después de la fermentación maloláctica se cría durante 6 meses, 80% en cubas de Inox y el 20% en barricas de segundo año, sobretodo para la Syrah.

No excesivamente subido en visual, en nariz denota su mayor proporción de la Syrah, predominando la fruta negra, la mora, los aromas de sotobosque y herbáceos de Garriga. Una nariz muy compleja. En boca se muestra deliciosamente satinado, con un cuerpo medio y una acidez comedida. Seguramente la mejor relación calidad precio de la cata.

Vacqueyras Les Christins 2006 de Perrin et Fils:

11 hectáreas de viñas viejas supervisadas por el equipo de Beaucastel, situadas en la comuna de Sarrians. 75% Grenache y 25% Syrah que son fermentadas durante un mes en cubas de 50 hectolitros.

Sus señas de identidad son la concentración e intensidad, con un carácter maduro, predominando aromas de regaliz y tierra mojada. En boca se muestra armónico e intenso

Coudolet Rouge Côtes du Rhône 2005 de Château de Beaucastel:

30% de Garnacha, 30% de Mataró, 20% de Syrah y 20% Cinsault componen su coupaje, variedades vendimiadas manualmente, siguiendo un curioso método de calentamiento de los granos enteros a 80°C, enfriándolos a 20 °C (una pequeña pausterización-flash). La maceración se realiza en cubas de hormigón durante 12 días. Vinifican por separado las variedades y finalizada la maloláctica, se unifican para realizar la crianza durante 6 meses en barricas de roble, embotellado después de una clarificación.

Tanto en visual como en su nariz se muestra una intensidad algo más apagada que el vino anterior, dejando sensaciones más delicadas, unificando la fruta negra con trazas vegetales y un buen punto terciario. En boca nos muestra una tanicidad satinada muy agradable, definiéndose como delicadamente concentrado. Otro buen trabajo.

Châteauneuf-du-Pape Rouge 2004 de Château de Beaucastel:

70 hectáreas en Châteauneuf-du-Pape, entre Orange y Avignon, que crean un ensamblaje compuesto por 30% Mourvèdre, 30% Grenache, 5% Syrah, 10% Counoise, 5% Cinsault y el restante 20% lo componen las Vaccarèse, Terret noir, Muscardin, Clairette, Picpoul, Picardan, Bourboulenc, Roussanne. Vinificación, similar a la del Coudolet, criando en foudres de roble (40 hectolitros) durante un año.

Concentración e intensidad bien puestas son sus señas, con una presencia visual no excesivamente subida. Su complejidad aún está en un estadio bastante primario, con ligeros toques animales. Jean-Pierre comenta que el Beaucastel Rouge en juventud es frutal y con los años se transforma en expresión de tierra. Con la primera parte de su exposición estoy bastante de acuerdo, con la segunda, espero estarlo. Un buen Châteauneuf-du-Pape.

Châteauneuf-du-Pape Hommage a Jacques Perrin 1995 de Château de Beaucastel:

Una mezcla de 60% Mourvèdre, 20% Grenache, 10% Syrah y 10% Counoise, criando en foudre y embotellado sin filtrado, se trata de una cuvée limitadísima sólo elaborada en las mejores añadas en homenaje a Jacques Perrin, padre de François y Jean-Pierre.

Visual de evolución, con un otoñal coloración borgoñona, de capa baja y ligera presencia de posos en suspensión. En nariz, ¡uf!, deliciosamente floral, con la fruta roja en segundo plano y un carrusel de elegantes aromas terciarios, definibles entre cueros, ligeros toques animales y tierra seca. ¡Qué evocación! En boca es satinadamente amargo, de estructura definida y prolongada profundidad, tanto en retro como en paladar. Un tinto de meditación, con un carácter de elegancia y profundidad.

Châteauneuf-du-Pape Hommage a Jacques Perrin 1999 de Château de Beaucastel:

Composición y vinificación similar al 1995.

Es la antítesis al Hommage a Jacques Perrin 1995, con una visual mucho más opaca. En nariz, el primer impacto es de concentración frutal negra, dando paso a las violetas, la pimienta negra y el humo. Alta intensidad, para una gran nariz, aunque la botella le hará ganar en matices. En boca se presenta concentradamente equilibrado, con una textura media y un carácter ligeramente amargo. Su paso es poderoso, pero equilibrado por la acidez. Un vino que responde a su añada.

Finalizada la cata Jean-Pierre nos explicó que la añada 2007 viene muy grande, a niveles de la histórica 1947, y que por suerte, la situación inflacionista que están viviendo algunas regiones históricas no se está viendo tan reflejada en Châteauneuf-du-Pape, con sus lógicas excepciones. Preguntado por el tema del problema de afectación por Brett en alguna de las bodegas de la región, incluida la suya, nos comentó que pese a ser cierto el carácter poco aséptico de alguno de los mejores productores, como Henri Bonneau o Château Rayas, sus instalaciones, al tener de producir tal cantidad de vino debían ser lo más limpias posible. Sin embargo Jean-Pierre, de carácter afable y abierto, no le dolieron prendas en reconocer que seguramente el más grande Châteauneuf-du-Pape que haya probado hasta la fecha sea un 1989 de Henri Bonneau. Un gran tipo, sin duda, acorde a la fama de la bodega.

3 comentarios :

  1. ¡Impresionante! Empieza a preocuparme que casi siempre me pierda lo más interesante que se hace en la ciudad. En fin...no tiene remedio.
    Saludos
    Joan

    ResponderEliminar
  2. Bueno, Joan, las catas fueron de lo más íntimo (vamos, que si no es por amistad ni en sueños habría podido asistir yo allí), y también tuvieron lugar durante comidas entre amigos, por lo que se hace difícil que haya una mayor resonancia mediática anterior al evento.
    Por cierto, lo que si te perdiste fue el maravilloso viaje al Pfalz. Es por ponerte un rato los dientes largos. A ver si puedo ir explicándolo durante las próximas semanas. ¡Cómo viene la añada 2007!

    Salut.

    ResponderEliminar
  3. ¡¡¡Puñetero!!! Ya lo decía Cicerón, non possumus omnes adire Corinthium, que en castizo sería algo así como "no se puede estar en todo". Supongo que el sancta sanctorum de Bürklin-Wolff sería una pasada y tantas cosas que, SEGURO, me contaréis a la que nos veamos. Y yo que las escucharé con muchas ganas, vaya: soy bien consciente de que en este momento, tengo que estar por otras labores, ya sabes.
    Salut y a la espera de la presentación formal de esta añada!!!
    Joan

    ResponderEliminar